La generosa propuesta del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, de prestar 100 camas para tratar pacientes Covid en UCI’s de sus hospitales suena a maná caído del cielo, sin embargo, encierra una trampa de retórica populista irreal, vacía, como los dicursos de Juan Diego Castro, el primer plan de gobierno económico de Fabricio Alvarado o la inocente gestión de la Upad de Carlos Alvarado.
Por: Esteban Mata
La generosa propuesta del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, de prestar 100 camas para tratar pacientes Covid en UCI’s de sus hospitales suena a maná caído del cielo, sin embargo, encierra una trampa de retórica populista irreal, vacía, como los dicursos de Juan Diego Castro, el primer plan de gobierno de Fabricio Alvarado o la inocente gestión de la Upad de Carlos Alvarado.
El rimbombante anuncio vía redes sociales del presidente “cool” contrasta con información que se maneja en el país centroamericano sobre la verdadera situación de la disponibilidad de camas para atender casos graves de la covid-19.
Muchas veces se nos olvida que la responsabilidad periodística pasa por la revisión de datos, y no solo la mera repetición de expresiones curiosas o noticiosas y que la noticia no solo es el hecho relevante, sino también la interpretación de lo que puede o no ser verdad.
Las 2.000 camas que en realidad son 400
El 27 de agosto Nayib Bukele, había anunciado en cadena nacional la disponibilidad de 2.000 camas para este fin, sin embargo, esa información fue desmentida por medios independientes del Gobierno (siempre tan necesarios).
El portal de noticias elsalvador.com publicó sin embargo, que Bukele dio datos inexactos sobre las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI’s) con que cuenta la red hospitalaria de ese país.
“Al revisar varias de las cifras expresadas por el mandatario, y compararlas con datos aportados por el mismo Ministerio de Salud y comunicaciones de Presidencia, resulta que lo dicho por Bukele a la población salvadoreña es inconsistente.
Un dato lanzado por el presidente es que en la fase 1 del nuevo Hospital El Salvador es contradictorio con la realidad comparada con datos del ministerio de Salud salvadoreño (por cierto, cuestionado por despilfarros de su jerarca).
“Al hablar de UCI, los especialistas médicos no se refieren solamente a una cama eléctrica, sino a mucho más equipo tecnológico especializado que es necesario para pacientes en estado grave, como monitores (para vigilar presión arterial, respiración artificial, insuficiencia renal, etc.); visor de signos vitales, y en algunos casos, ante los síntomas del COVID-19, se necesita respiradores mecánicos” señala la información vertida por elsalvador.com, apenas hecho el anuncio de disponibilidad de camas de Bukele.
Entonces, “¿es cierto que en la fase 1, inaugurada el 21 de junio, hay 400 UCIs? La respuesta es que no. Así lo indica incluso la misma información oficial del Ejecutivo, pues el sitio web de Presidencia refleja que “la primera fase del Hospital El Salvador, situada entre los pabellones 1 y Centroamericano, cuenta con 105 camas para la Unidad de Cuidados Intensivos y 295 camas para la Unidad de Cuidados Intermedios (UCIN)”. El resto de camas es para recibir a pacientes en condiciones más estables.
No vale la pena recalcar que las posiciones de Bukele son fuertemente apoyadas por líderes políticos de corte populista, y que el espejismo de una ayuda del calibre de un centenar de camas UCI tiene que recibirse con el cuidado de analizar quién lo emite y en qué contexto.
En este sentido, debemos ser claros al apuntar que esta no sería la primera vez que Bukele difunde información falsa sobre las capacidades de su gobierno para atender a su población con Covid.
Mentiras registradas
A inicios de mayo, Bukele mintió al afirmar que Costa Rica tomó una “decisión política” de reducir la cantidad de pruebas, pues en ese momento, El Salvador presentaba datos alarmantes y era necesario distraer la atención.
Bukele encontró en Costa Rica una válvula de escape a la presión interna que vivía su país, una presión que sigue viviendo.
En este momento, el Ministerio de Salud de El Salvador está bajo serias acusaciones de corrupción y despilfarro que tocan desde el despacho del ministro hasta mandos medios, algo similar a lo que pasa en Costa Rica con irregularidades en las compras de mascarillas de la CCSS.
Hace menos de dos meses, el médico insignia del ataque a la covid en El Salvador, Iván Solano Leiva, vicepresidente de la Asociación Centroamericana y del Caribe de Infectología, cuestionó los alcances reales de la red hospitalaria de ese país.
Solano “ha sido una de las principales voces críticas por las malas prácticas en el sistema de salud para atender la pandemia, pero también una de las principales voces para entender con criterio científico cómo enfrentar la covid-19”, según una reseña de El Faro, publicada en agosto.
“El Ministerio de Salud tiene técnicos de calidad trabajando con ellos, pero ni siquiera el mismo Ejecutivo los toma en cuenta. Los ha hecho a un lado. No se pueden entender ciertas medidas que se han tomado desde el punto de vista de salud pública”, dijo Solano.
¿Y es ante este Bukele ante quien de verdad queremos hacer genuflexiones?
Sobre las bondades de la verdadera capacidad hospitalaria, Solano apuntó:
“Creemos que el objetivo general de la creación del hospital El Salvador no se cumplió en su momento. El objetivo era evitar que colapsara el sistema de salud pública. Necesitábamos construir hospitales temporales, de campaña. Y eso sí nos hubiera ayudado a descongestionar el sistema. Pero bueno, el presidente se empecinó en eso y lo tomó como bandera política. ¿Cómo voy a inaugurar un hospital si no tengo el equipo técnico para atender a los pacientes? Lo inauguraron domingo en la noche y lunes y martes empiezan a salir convocatorias para contratar a personal que vaya a trabajar ahí. Eso no cabe en una estrategia de salud pública: decir que voy a construir el gran hospital, pero no tengo quién atenderá a los pacientes”.